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Acuario, o La hisotria del pez rojo

Esto es un acuario. ¿Viene de algún futuro distópico? ¿postapocalíptico? ¿Es alguna clase
de torre de babel, viajera en el tiempo? Está creado a partir de tecnologías que hoy se consideran obsoletas: cintas de VHS, discos de DVD, televisores de tubo. Proyectado en las pantallas del acuario, aparecen ficciones. Se muestra un pasado “natural” olvidado, y alterado por el paso del tiempo y la historia. Del dispositivo electrónico, se crean formas y movimientos orgánicos, arabescos, líquidos. Son el resultado de la manipulación de la óptica pasiva de los televisores, creada al reproducir la misma imagen en sí misma. Se crea el agua desde el pixel. En medio de esa agua aparece un pequeño cuadrado rojo: un target programado en la pantalla de la cámara digital. Y este cuadrado se proyecta en este espacio líquido; moviéndose, respirando, nadando. El comet (la estela de luz que deja un pixel después de haberse apagado) me recordó a sus aletas. Comencé a sentir empatía. Había vida en el agua. En el acuario hay un pez. Cuando era joven tuve un Tamagotchí. No lo cuidé muy bien. No haré lo mismo con este pez.


¿Cuál llega a ser el límite de las formas que consideramos digitales y las formas que consideramos naturales? En estos futuros apocalípticos que narramos, ¿buscaremos sustitutos de lo que alguna vez fue lo no-humano? La naturaleza, históricamente, se ha pensado como un bien estético: “paisaje”, espectáculo. Se despoja de toda independencia política y autonomía. Como los cuerpos de los peces en los acuarios. Para ellos, ser una comodidad plástica y decorativa es su biopolítica. ¿El espectáculo se vuelve un derecho, o el espectáculo requiere derechos? ¿Si el espacio digital es igual al natural, la naturaleza digital también requiere derechos para su reconocimiento? La forma en que experimentamos el mundo de lo no-humano ha caído en al mismo nivel a como experimentamos los espacios digitales y ficcionales. ¿Es la naturaleza artificial peligrosa? ¿Existe algún espacio medio de reconciliación entre estas narrativas falsas, ficcionales, irónicas, y las narrativas reales ambientales que enfrentamos ahora?


Pero aparecen otras formas de pensar lo natural, como una apuesta a la hibridación física y formal con la cultural. Si un pez ya se piensa como un objeto contemplativo, a través de la pecera (otro tipo de pantalla), no veo porque lo que se crea desde el pixel no pueda ser equiparable. La percepción de la naturaleza “real” es la misma, finalmente, que la percepción de la “naturaleza” virtual. Lo que lo hace más real, o no, es solo su componente estético.

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Proyecto participante VI Salón de arte joven FUGA

Expuesto en el primer cilco del VI Salón de arte joven FUGA 

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